Roald Dahl
Quentin Blake
El señor y la señora Cretino son dos odiosos personajes, tan malvados como mugrientos, que se dedican a hacerse la vida insoportable. Mantienen prisioneros a una simpática familia de monos, a los que tampoco dejan vivir en paz. Pero con la llegada del pájaro Gordinflón todo va a cambiar. ¿Recibirán los Cretino su merecido?
Los libros de Roald Dahl no te regalan toda la historia al principio, qué va, a veces es necesario llegar a las últimas páginas o al final de la historia incluso para enterarte de todo lo que ha pasado en las páginas que estás visitando. Por ejemplo, aquí nos habla de una familia de monos (lo pone en la sinopsis) y, sin embargo, los monos salen cuando ya llevamos buena parte del libro leído. Otro de los detalles que siempre (o casi) hay en el galés es eso de que los humanos, si se enfrentan con los animales, perderán, siempre. Somos menos inteligentes que los animales en los libros de Dahl, somos menos divertidos y, habitualmente, tenemos muy malas ideas que ellos se encargan de combatir y de intentar evitar.
Animales y niños son los aliados del lector en estas historias, casi siempre enfrentados a personas perversas y capaces de todo, personas a las que el autor no para de adjetivar para que conozcamos lo ruines y perversas que son, lo feas que se nos presentan. Aquí, en este libro que se lee en un par de ratos, nos encontramos con la familia Cretino, una pareja malcarada y horrible que esclaviza a unos pocos monos y come pastel de pájaros una vez a la semana, pájaros que consiguen con sus malas artes.

Sonrisas, ingenio y las maldades que hagan falta, sin pasarse pero son pararse. Dahl en estado puro. Aquí, por lo menos, hay un muy buen motivo para que los Cretino acaben mal... que no siempre pasa con este autor.
Hay un justiciero en Roald Dahl, aprovecha sus títulos y sus personajes para contarnos qué está mal en su mundo y qué deberíamos corregir todos y cada uno de nosotros.
PD. Espero que no tuviese nada en contra de las barbas... aunque si leéis el principio de este libro, bueno, parece que algo sí que le disgustaban al hombre.
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