Un Premio para enorgullecer a una ciudad
Fue el pasado viernes 17 de octubre cuando la escritora barcelonesa Maite Carranza, autora de decenas de novelas infantiles y juveniles como “La insólita campaña”, “Prohibido llover los sábados”, “Mauro Ojos brillantes”. “Magia de una noche de verano”, la colección del Topo Timoteo o “Palabras Envenenadas” (Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 2011 y Premio Edebé 2010), guiones de televisión, muchos de ellos premiados, y profesora de guionistas y escritores, recibió en la ciudad madrileña de Alcalá de Henares uno de los galardones más bonitos que se puede recibir en la España literaria, el Premio Cervantes Chico.

Además de Maite, que recordó a personajes como Tarzán, Phileas Fogg o Josephine (“Mujercitas”), cuyo discurso podréis leer un poco más abajo, porque es una preciosidad, habló el alcalde de Alcalá de Henares, Javier Vello, que se acercó a los niños todo lo posible en su “discurso” cervantino chicho.
Un Premio al Mejor Compañero
La verdad es que para Maite eso de ganar el Cervantes Chico y aunarse a un listado de escritores que se remonta (a casi un autor por año) hasta 1992 y en el que se encuentran nombres tan ilustres como Juan Muñoz o Gloria Fuertes, tiene que resultar una noticia realmente estupenda.
Sin embargo, lo más impresionante de este premio no es la calidad del autor reconocido con el premio, ni la calidad de las personas que lo entregan, ni siquiera quién forma parte del jurado o no. Qué va, lo más impresionante de este premio es ver a más de doscientos cincuenta niños entre el público, uno por cada curso de primaria de cada colegio de Alcalá de Henares. Niños que no han sido reconocidos ni por sus méritos escolares, ni por ser los más rápidos, los más listos o los más ricos, no… son elegidos por todos sus compañeros de clase por ser los mejores compañeros de la clase, ¿no es algo realmente digno de orgullo y de mención?

Nervios, sonrisas… el desfile de niños y niñas a través del escenario del Teatro Cervantes es digno de una novela y capaz de hacer morir de envidia a cualquier municipio, ciudad, provincia o nación que se precie. Creo que eso es lo mejor del Premio Cervantes.
Un público de excepción
Lo mejor, sin duda, los niños en las butacas ovacionando a la autora ganadora del premio y siendo a su vez ovacionados por todos los asistentes. Mención especial merecen los ensordecedores aplausos que todos los niños, padres y mayores presentes les dedicaron a los niños y niñas con discapacidad, que salieron en último lugar y se llevaron la gran ovación de la mañana.
Por eso ya sería excepcional el público. Pero –y seguro que hay alguien que no mencionamos por aquí- entre el público asistente, había algunos de los ganadores del Premio Cervantes Chico de otras ediciones, como Juan Muñoz, Marinella Terzi, Santiago García-Clairac o Alfredo Gómez Cerdá.
No es que lo digamos en Menudo Castillo, es que este premio, ahora mismo, es una genialidad y esperamos que siga siéndolo en el futuro.
Enhorabuena Maite.
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