Nathalie Minne
Por la noche, cuando la luna alumbra el camino, el ladrón de palabras sale con todo su equipo y se dirige a la ciudad. Allí, rastreando las voces y las luces, sin que nadie lo vea, trepa por los tejados. Comienza la cosecha...
Una historia sobre la belleza de las palabras y su valor para comunicarse con el mundo, para sembrar amistades, para amar.
¿Y a mí me ha gustado este álbum ilustrado o no?
Las palabras sirven para un montón de cosas. Con ellas se puede hacer reír, hacer llorar, se puede acariciar a un amigo o asustar. Y una vez que has aprendido muchas de ellas se puede jugar a reunirlas para, por ejemplo, contar cuentos o cantar canciones.
Un cuento para aprender a querer a las palabras

Pero hay palabras para toda clase de situaciones. Las hay de etiqueta, de colegueo, de cole o de casa. Hay palabras de amistad y, a veces, hay palabras de amor.
Me ha encantado este Ladrón de Palabras, porque os ayudará a comprender la importancia de usar las cantidades justas de palabras para cada momento o situación y, sobre todo, porque empezaréis a quererlas como a unas amigas que nos acompañarán siempre. Las palabras son nuestras compañeras de viaje, gracias a ellas podemos comunicarnos mejor con los demás (lo de los gruñidos estaba bien en las cavernas, pero ahora, con internet y eso… ¿no?).
Un álbum ilustrado que alguien os debería regalar. ¡Ah! Y no os preocupéis por dejar salir las palabras de vuestra garganta o que correteen a la calle a través de vuestra ventana o chimenea, porque no se pierden nunca, siempre hay un ladrón de palabras preparado para recogerlas y llevárselas a su casa.
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