
Hablando el otro día con Martín Piñol, el escritor de este estupendo libro de aventuras y fantasía rara (sí, Martín siempre escribe cosas raras, es lo que tiene ser monologuista), nos confesó que todo el mundo fantástico tenía ya las famosas varitas mágicas esas (es que Harry Potter creó una moda en el mundo fantástico que no veas), el caso es que había muy pocas criaturas fantásticas con un secador mágico capaz de combatir a todo un dragón negro y claro, a originalidad es difícil ganar a Martín a la hora de elaborar una historia.
Porque el libro, aunque sea para lectores desde las 8 años lo puede leer un aduto son rubor, porque es tan divertido que uno está todo el tiempo con una sonrisilla en la boca y acaba pasándoselo mejor que los chavales para los que está escrito, yo se lo recomiendo sobre todo a los lectores habituales de fantasía épica o cuentos clásicos, porque, de vez en cuando, es saludable reírse de uno mismo.
Una niña pobre, pero pobre de verdad que no quiere ser princesa, sino peluquera y maquilladora... algo de muy en día ¿no? Además, se topa, gracias a una buena acción con un secador mágico de la leche... y conocerá al mismísimo príncipe de la ardilla en la cabeza, que es mucho más guapo y majete que en las revistas.
Bajo un corte humorístico y socarrón que hará las delicias del público joven, Martín Piñol (acompañado de las estupendas ilustracione de María J. Mola) nos contará un cuento de toda la vida, con buenos y malos, princesas y príncipes, magia, dragones, rivalidades extremas... en fin, un cuento de siempre contado de otra forma.
Un divertido libro para que los peques se acerquen a la literatura por el mejor camino, el de la diversión.
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