

Pero claro, cuando uno lee lo que yo leo, llega un momento en el que se acaban los libros y al final no tuve más remedido que coger esta "asombrosa historia" y leerla. Oye y desde que lo he leído tengo un nuevo concepto de los ratones, al menos de esos ratones con nombre y apellidos. No es que no siga pensando que los ratones son un poco raterillos, que muerden todo lo que pillan, dejan restos de sus comidas por todas partes y te hacen cosquillas en las plantas de los pies, peeero, tampoco están nada mal. Sobre todo este Ratón Pérez que se lleva los dientes de leche de los niños cuando se les caen y que procura que sus nuevos dientes sean fuertes y duren toda la vida.
Atentos todos, este libro no es un cuento, es un libro para aprender la historia de Pérez y todos sus allegados, sus familiares y todos esos ratones que se dedicaron a recoger los dientes antes que lo hiciese él. Y la verdad es que nos enteramos muy bien de toda esa historia (muchos profes de historia deberían aprender a contarla como lo hace Ana Cristina), aprendemos, nos divertimos y nos enteramos de por qué los niños piden a este ratón que se lleve sus dientes caídos, por qué lo hace él y todos los detalles sobre este trabajo tan particular. Todo ello regado con detalles divertidos, con apuntes relacionados y con las estupendas ilustraciones de Violeta Lópiz, que nos hacen recorrer la historia con bastante interés.
En fin, que los ratones ya me caen algo mejor y todo gracias a este libro de "divulgación" tan particular que me ha llegado de parte de mis amigos de Siruela. Gracias, esperaré a que se me caiga un colmillo para ponerlo debajo de mi almohada (Aunque como soy de peluche... creo que no tengo dientes, mecachis...).

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