
Damos el taller en una piscina, bajo la sombra de unos bonitos chopos que nos sombrean y dejan pasar ligeramente la luz del sol a través de bailarinas hojas relucientes... en fin, que ayer les propuse a los peques que imaginasen que ese conjunto de chopos, encinas y enebros que nos rodean era parte de un espeso bosque, un bosque que ellos tenían que describir.
Una vez hecha la descripción del bosque (y una vez la leyeron en voz alta), les propuse un juego más divertido todavía. Ir a la piscina y elegir a una persona, fijarse muy bien en cómo era, preguntar su nombre (tenían que ser desconocidos, o casi... dentro de la lógica de que en la piscina de la urbanización se conocen casi todos, no había peligro) y pedir que les dijeran qué les gustaría encontrar en un bosque. Como esto les gustó mucho, el juego se duplicó y fueron en busca de otra persona a la que describir.
Una vez preguntado y apuntado, tuvieron que describirme a esas personas. Esas personas fueron llevadas a su bosque y en ese bosque tendrán que hacerles pasear y encontrarse con esas cosas que querían ver. Algo que les pareció la mar de divertido.
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