
Se levanta de su siesta
y se tumba de costado,
con su mirada felina
y sus orejas de gato.
Se incorpora, silencioso,
va derechito a mi cama;
sigiloso es el felino
que se acurruca en mi almohada.
Al despertar me lo encuentro,
justo al lado de mi cara,
soñando _estoy muy segura_
con bonitos y caballas.
Hermoso sueño el del gato
que es el dueño de mi casa;
le dejo soñar un rato…
gato de ojos esmeraldas.
Celia Blanco Medina
Salamanca
Poesía ganadora del II Concurso de Poesía Menudo Castillo